Cantaores que se llevaron mal, la historia de los primeros tablaos o la moda flamenca según Ikea, son historias que forman parte del anecdotario del flamenco de antes y del de ahora.
Silverio Franconetti fue el «culpable» en 1881
1 Nace el primer tablao
Franconetti era un cantaor sevillano magnífico y un visionario igual de grande. En ese 1881, abrió el que se considera el primer café cantante de Sevilla solo de flamenco. En él se reunían payos y gitanos, reflejando lo que pasaba en las calles, que el flamenco se estaba extendiendo por todas las capas sociales. Su modelo de negocio era un puro tablao actual y marcó parte de la respuesta a qué es el flamenco.
El crítico Antonio Bohórquez explica que, un par de décadas antes, ya existían cafés con mucho baile y cante. Silverio actuó en alguno de ellos y más tarde dirigió dos. En el último, se asoció con un aficionado al flamenco llamado El Burrero (vendía leche de burra) y que ya tenía experiencia en montar espectáculos orientados a los extranjeros. Vamos… un tablao de hoy en día.
Tras unos años mano a mano con El Burrero, Franconetti montó su propio café flamenco y le puso su nombre. El café Silverio abrió sus puertas en 1881 en la calle Rosario, 4. Cogió muchísima fama a pesar de que en su local, al igual que en otros similares en Sevilla, la juerga, el alcohol y las competiciones sobre el escenario entre artistas y talentos desconocidos acababan en navajazos.
El mismo Silverio tenía un «mortal» enfrentamiento con el cantaor de moda, primera Llave de Oro de la capital andaluza: El Nitri. Este se negaba a cantar delante de Franconetti para no regalarle nada de su flamenco gitano. Encima, cuando recibió esa llave al cante, que podía haber sido para el dueño del café, se formaron dos bandos, a favor y en contra de uno y otro, que alentaron esa rivalidad.
«Aquí se toman aliñás y manzanilla (vino de la zona) como si fuera agua». Así describe el ambiento del Café dl Burrero Silverio Domínguez en «Ecos de un rincón de España: impresiones de un paseo».
Antonio Machado y Álvarez Demófilo, 1881
2 El flamenco
se estudia científicamente
A la vez que Silverio Franconetti abría su café tablao, el gallego Antonio Machado y Álvarez publicaba una colección de dos volúmenes llamada «Cantes flamencos» con el seudónimo de Demófilo. Era, fundamentalmente, una recopilación de sus artículos publicados durante años en una revista sevillana.
Era el principio de los estudios flamencológicos y se ponían las bases del origen del flamenco andaluz: gitano, del pueblo, nacido con misterio… Analiza cantes (como las soledades o soleá) y les da esa característica específica que los diferencia de otros cantes floclóricos.
Curiosamente, más de un siglo después, sus reflexiones siguen en boga. Es decir, que el flamenco es complejo, que parece que vaya a desaparecer y que esos cafés cantantes hacen más bien que mal. El hecho de afianzar el estudio del flamenco basado en el análisis científico sería el principio de la flamencología.
Antonio Chacón y Fosforito El Viejo; Manolo Caracol y Antonio Mairena
3 Enemistades históricas
Se podría titular este capítulo como la película «Enemigos íntimos». El origen del flamenco le debe mucho a la enemistad entre dos cantaores encumbrados según la época. Uno suele ser payo y el otro gitano; y uno tirando a moderno y otro a muy tradicional.
Antonio Chacón (Jerez de la Frontera, 1869-1929) y Francisco Lema Ullet, apodado «Fosforito el Viejo» (Cádiz, 1869-1940), fueron uno de esos casos de enfrentamiento. Cantaron juntos un tiempo hasta que Chacón se convirtió en estrella del Café Silverio y Fosforito en la del Café de El Borrico. Ellos competían por ser el mejor y los cafés por llevarse al público. Así que acabaron siendo «enemigos». Tanto, que los empresarios de estos dos locales sevillanos tuvieron que acordar horarios para que los clientes pudieran ver a los dos.
Pero, quizá, la no-pareja de las que más ríos de tinta han corrido es la de Antonio Mairena y Manolo Caracol. Mairena (1909-1983), políticamente de izquierdas en la época franquista; Manolo (1909-1973), más arrimado al status quo. Caracol se metía con Antonio si bebía una copa de más. Y esto lo mencionamos porque, seguramente, de ahí vendrían una gran parte de sus diferencias.
Por otro lado, eran la cara y la cruz, dos estilos diferentes. El primero, investigó y estudió el cante, siendo un gran representante del más puro, el más jondo. Además, se especializó en recitales en festivales, que empezaban a tomar fuerza frente a unos tablaos cada vez peor vistos.
Manolo tenía genes familiares de figuras como la de El Nitri, del que hemos hablado en la parte dedicada a los cafés cantantes. Su estilo era más cercano y popular. Por decirlo de alguna manera, más fácil de entender por todo tipo de públicos. Lo que no significa que no dominara el arte jondo. Y, sí, tuvo su propio tablao en Madrid.
Caracol fue conocido y respetado desde bien joven. Antonio Mairena lo sería ya en los 60, aunque sí tendría la Llave de Oro de Córdoba y una mención honorífica de la Cátedra de Flamencología de Jerez.
Los «marienistas» y los «caracoleros» formaban dos bandos muy guerreros entre sí. Pasaría lo mismo en la época de Camarón y Menese, por ejemplo. En general, esas dos maneras de entender el flamenco siempre han estado presente. O conservar el flamenco más tradicional al 100% o abrirse a las tendencias.
Es curioso que tanto Chacón y Fosforito como Caracol y Mairena, sí tuviesen una cosa en común: el año de nacimiento.
La confrontación entre Antonio Mairena y Manolo Caracol llegaría al punto de que, a este último, no se le invitaba a participar en festivales, territorio «conquistado» por Antonio Mairena.
Pastora Pavón, La Niña de los Peines
4 Un caso excepcional de cantaora
No fue la primera de la historia del flamenco, pero La Niña de los Peines (Sevilla, 1890-1969) es excepcional por muchos motivos. Puso de acuerdo a esos dos bandos de los que hemos hablado anteriormente sobre estas líneas. Y así la nombraron «la reina del flamenco». Otro motivo: la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía declaró su voz «Bien de Interés Cultural» en 1996 conservando sus principales grabaciones.
Y, sobre todo, es referencia de mujer flamenca exitosa en un mundo donde las féminas dejaban sus carreras en el cante o baile tras casarse, como Tía Anica La Piriñaca. Esta gran artista solo pudo volver a los escenarios cuando murió su esposo. Otras, acabaron dejándose la vida por el camino, siendo un caso brutal el de La Peñaranda, asesinada.
La Niña de Los Peines, casada con otro cantaor, Pepe Pinto, fue una mujer de carácter que trató de tú a tú a los hombres que triunfaban en esos años. Por ejemplo, Antonio Chacón o Manuel Torre. Era tan perfecta en todos los palos que ellos no tuvieron otro remedio. Hoy, se sigue considerando «la mejor cantaora de todos los tiempos».
Balenciaga vs. Ikea
5 El flamenco se pone «de moda»
Este año 2023, se ha presentado la colección Flamencaba de Louis Vuitton. Su musa es Rossy de Palma y sus accesorios rinden tributo a la rica cultura del flamenco y de las artesanías de Andalucía. Loewe tiene una línea de bolsos con motivos inspirados en el flamenco andaluz muy demandados. Chanel ya lo hizo en 1930.
Porque, que el flamenco esté en la moda muy presente, no es de ahora, cuando SIMOF o We Love Flamenco apuestan por este arte como el protagonista de sus pasarelas. Un gran exponente de esta conexión en la Alta Costura fue Cristóbal Balenciaga (1895-1972). Los trajes de flamenca (lunares, bata de cola y volantes) fueron referencias constantes en este maestro de origen vasco.
Lejos de la Alta Costura, otras marcas famosas mundialmente se hacen eco del flamenco a su manera. El Concurso Ikea Flamenco, organizado en Sevilla junto a la Escuela Superior de Moda, lleva ya nueve ediciones. En 2023, la ganadora ha sido Beatriz González López, con el traje de la imagen basado en esponjas de la tienda sueca.