Carmencita fue una bailaora almeriense que triunfó en EE.UU. a finales del s. XIX y que tiene el “título” de ser la primera mujer filmada para el cine por el mismo Edison.  

Carmencita en el Musée d´Orsay

Con permiso de la genial y maravillosa Carmen Amaya, hubo otra bailaora famosísima en EE.UU. antes que ella. Su sobrenombre era Carmencita y su paso por el país americano fue muy seguido por los periódicos, que hablaban (y no siempre bien) tanto o más de su escandalosa vida privada que de su arte flamenco.

Thomas Alva Edison, el inventor del quinetoscopio, precursor del cine (mudo, por aquella época), la filmó durante 21 segundos y por ello es la primera mujer en ser «actriz» sin proponérselo. El vídeo de esta filmación, bajo las líneas de este post. 

¿Quién era Carmencita?

A pesar de que a esta bailaora la pusieron el mote de «la perla de Sevilla», Carmencita nació en Almería con el nombre de Carmen Daucet o Dauset, según quien cuente la historia, sobre 1867. Aprendió de niña a bailar flamenco y a los 12 años era toda una artista que actuaba con éxito en Sevilla, Málaga o París. Fue su hermana la que le enseñó y, por cierto, la que se casó con el cantaor Rojo el Alpargatero, muy unidos a los cantes mineros.

Como muchos artistas de la época, acudió a la Exposición Universal de París de 1889 para actuar ante unos franceses que adoraban (y adoran) el flamenco. Una especie de productor-empresario, Bolshoi Kiralfy, la convence de que vaya a Nueva York. Y la almeriense se anima.  

Una bailaora gitana en Broadway

Tras un viaje en trasantlántico, Carmencita llega a Nueva York y, sin tiempo para descansar, actúa en el teatro Niblos ´s Garden de Broadway en un musical cómico llamado Antiope

Enseguida se convirtió en la figura principal de esta obra y de la gira por varias ciudades con esa Antiope. El periódico El País se hace eco de cómo describían su baile en los medios: 

«Unas veces se retorcía con la sinuosidad de una serpiente; otras, su cabeza colgaba y sus brazos se movían con lentitud al compás de la música; y otras, su cuerpo se mecía con suavidad formando círculos. Luego la música iba más rápido y Carmencita parecía ser llevada por ella».

Carmencita, musa de grandes pintores y hasta de Antonio Machado

En la fecha que estuvo en París por la Exposición Universal, Carmencita y el pintor estadounidense John Singer Sargent cruzaron sus caminos. El artista debió quedar muy impactado porque, al regreso a su país, cuando la bailaora ya estaba también, le pidió retratarla. La pintura resultante (de 1890) se llama también Carmencita y está en el Musée d’Orsay (Francia).  

Carmencita en el Museo.

Curiosamente, cuando Antonio Machado conoció este retrato de Sargent, escribió este poema: 

Esta española yanki, y tan francesa,
que es toda España —para el mundo— tiene
un ardor en los ojos, que le viene
de un corazón de virgen satiresa.

Mística, y tan carnal, sabe de amores
únicos y de espamos indecibles.
Y coloran sus labios los terribles
rojos de las heridas y las flores.
Pasión rugiente duerme en su ancha ojera,
y en el seno magnífico, que exulta,
un gran valor y un miedo milenario…
Puesta la mano en la gentil cadera,
junto de la morena carne oculta
una navaja y un escapulario.

Carmencita, la primera flamenca en el cine

Thomas Alva Edison, además de ser inventor de la bombilla y de más genialidades, inventó el concepto del carrete de film de uso en cámaras para obtener imágenes en movimiento. Ahí está el principio del cine mudo. En 1913, unió esta cámara con el fonógrafo y aparecieron las primeras películas sonoras. 

Alrededor de principios de 1894, Edison le pidió a la ya famosa Carmencita que acudiera a su estudio para filmarla. Así que 21 segundos después de un baile ante las cámaras y… ¡la primera mujer en ser filmada para el cine! Un poco de escándalo también, porque se le ven ligeramente las enaguas.

Pocos meses después, Carmencita dejaría el continente americano y se marcharía a Europa, para volver después y morir en misteriosas circunstancias en 1910.

La película de la bailaora almeriense se conserva como un tesoro histórico en la Biblioteca del Congreso del país norteamericano. Esta es Carmencita en acción: