Los llamamos accesorios flamencos, pero es en los detalles donde se esconde la riqueza. Un mantón de Manila, un abanico o unas castañuelas no son meros adornos. El bailaor los convierte en extensiones de su movimiento, enriqueciendo sus pasos.

Accesorios flamencos

Gracias a estos accesorios, el baile flamenco amplía sus posibilidades. Tal es su valor que, cuando un gran artista nos deja, su mantón de manila, sus peinetas y sus vestidos o trajes se convierten en reliquias flamencas.

Por eso, hoy te contamos cuáles son algunos de estos complementos flamencos y curiosidades sobre su origen y su uso. ¡Sigue leyendo! 

El mantón de Manila

El mantón de Manila, como el flamenco, ha pasado por numerosas culturas hasta convertirse en lo que es hoy. Su origen se remonta a las zonas de Cantón y Macao, donde la seda era utilizada desde hace miles de años. De allí pasó a Filipinas, y con la colonización española de las islas, Manila se convirtió en el núcleo del comercio entre China y España, conectadas por la ruta comercial de la Nao de China.

Los mantones de entonces eran un símbolo de estatus entre las mujeres mestizas filipinas, que incorporaban en sus trajes típicos el pañuelo de seda sobre los hombros.

Con la pérdida de la colonia filipina se pierde también la ruta comercial, por lo que cobra más peso la importación textil europea. Es entonces cuando en el mantón de Manila desaparecen los motivos orientales y aparecen los flecos. Asimismo, pierde su carácter aristócrata y va penetrando en las clases sociales populares, hasta llegar al flamenco.

Con la revalorización del flamenco a nivel internacional, el mantón se ha convertido en un objeto de altísimo valor para el baile y también para la moda flamenca.

Tocados, peinetas y pulseras

Estos elementos tienen un mayor peso decorativo que el abanico, el mantón o las castañuelas. Sin embargo, se trata de complementos imprescindibles para ensalzar el baile flamenco. Dependiendo de cómo se utilicen estos elementos, pueden servir para transmitir elegancia, barroquismo, sensualidad, alegría, etc. Al fin y al cabo, el flamenco es una cultura que abarca numerosas disciplinas, también la moda y la estética. 

Accesorios flamencos que no desaparecen: el abanico

El abanico es un elemento que siempre se ha utilizado para comunicar. En los eventos sociales antiguos, dependiendo de cómo se utilizara el abanico, las mujeres podían indicar a los demás su estado civil, si estaban interesadas en alguna persona, si estaban enfadadas o tristes, si se habían enamorado, etc.

Su origen es parecido al del mantón: fabricado en China, comercializado entre las clases altas europeas y finalmente integrado en todas las clases sociales. No es de extrañar que el abanico fuera adoptado por el flamenco, ya que, en Andalucía, la región flamenca por antonomasia, se volvió un objeto imprescindible para combatir el calor. Era cuestión de tiempo que en un arranque flamenco el abanico se incorporara al baile.

Castañuelas

Si desandamos los pasos de las castañuelas flamencas, llegaremos hasta los fenicios. Por entonces se utilizaban unas castañuelas de bronce llamadas “crótalos”, que producían un compás metálico ideal para los ritos religiosos. Recogidas por la música clásica, acaban pasando a las fiestas populares y se convierten en un instrumento típico de las diversas músicas regionales.

En el flamenco, las castañuelas sirven para los palos más alegres, como las sevillanas, pero también para los palos más sobrios, como el fandango o la seguiriya.

Una curiosidad de las castañuelas es que no se trata de dos piezas idénticas, sino que una marca un tono más agudo y otra es más grave. La grave se sostiene con la mano izquierda para marcar el ritmo, y la aguda se utiliza con la mano derecha para acompañar el marcaje. 

La bailaora Marta Ortiz se ayuda de estos accesorios para una composición estética que le ayude a transmitir su arte. En este vídeo tienes unas escenas para que lo compruebes y, en el enlace inferior, el link para ver todo su espectáculo en ALL FLAMENCO.  Actúan también jóvenes promesas coreografiadas por la bailaora, elaborados bailes de palos flamencos clásicos.