Este 4 de octubre se han entregado los I Premios Paco de Lucía a jóvenes guitarristas que son toda una promesa y a Manuel Morao, el otro lado de la moneda: una leyenda viva de la mejor tradición flamenca. 

Manuel Morao, premio Paco de Lucía

Manuel Morao es el gran triunfador de los I Premios a la Guitarra Flamenca “Maestro Paco de Lucía – Molino del Manto”. Estos premios son una iniciativa conjunta de la Fundación Paco de Lucía y la finca El Molino del Manto.

Constan de dos apartados: un Concurso de Guitarra Flamenca para jóvenes promesas y, por otro, del Premio Legend, el galardón ganado por Manuel Morao este 4 de octubre, que se centra en la veteranía. 

Dos tipos de premios

Legend es honorífico, y se entrega en reconocimiento por una larga trayectoria de un guitarrista flamenco con transcendencia en la evolución y enriquecimiento del género. Estrella Galicia es su patrocinador. Es el que ha obtenido Manuel Morao a sus 94 años, y que, para no poner en riesgo su salud, ha recogido Pepe del Morao, su nieto. 

El I Concurso Hyundai de Guitarra para Jóvenes promesas (entre 16 y 26 años) ha dado tres premios: a la composición, a la interpretación y al guitarrista más completo. Los premios son becas con valor entre 3.000 y 4.000 euros.

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El origen de estos «premios Paco de Lucía»

Fue en mayo de 1962 en Jerez cuando un jovencísimo Paco de Lucía se inscribió en el mítico Concurso de Flamenco que allí se celebraba como Francisco de Algeciras. Actuaba como parte de “Los Chiquitos de Algeciras”, el dúo artístico que formaba junto a su hermano Pepe de Lucía.

Pepe ganó el premio Antonio Chacón al cante. Para Paco no había categoría porque era menor de edad. Hubo que inventársela. “Este niño no se puede quedar sin premio”, concluyó el jurado. Poco después, los dos hermanos grabaron su primer disco juntos. El resto te lo seguimos contando aquí.

Este momento en la vida del genio es el que ha inspirado los primeros premios Paco de Lucía. Y con el mismo espíritu: descubrir el talento, visibilizarlo y empujarlo. La guitarra flamenca, que tantas horas de esfuerzo y soledad requiere y que tan difícil tiene abrirse paso hacia el público, necesita de iniciativas que faciliten ese camino a los que están empezando.

El lugar: Molino del Manto

Molino del Manto (molinodelmanto.com) es una finca para eventos en la localidad madrileña de Chinchón.

El Molino es escaparate desde hace ya muchos de años de las Jornadas 1906 de la Guitarra Española, un evento musical único por el que han pasado algunos de los mejores músicos del panorama nacional e internacional. Fue precisamente tras las IX Jornadas de la Guitarra Española, en octubre del 2022, cuando empezó a fraguarse este proyecto de premios Paco de Lucía.

Una leyenda llamada Manuel Morao

Manuel Morao vio la luz en la Calle Nueva, ubicada en el corazón del barrio de Santiago de Jerez, Cádiz. Tomó por primera vez una guitarra en sus manos en 1936, una guitarra prestada del barbero de su barrio. Al año siguiente, su padre le compró esa misma guitarra y le buscaron su primer maestro, que resultó ser Javier Molina. Tras algunas actuaciones informales en fiestas, ventas y tabancos, a la temprana edad de 12 años, se subió por primera vez a un escenario profesional.

En 1945, durante su estancia en Sevilla, tuvo el privilegio de conocer a don Antonio Mairena, quien le abrió las puertas hacia las grandes figuras del flamenco, como La Niña de los Peines y Tomás Pavón. Poco después, Manolo Caracol lo incorporó a su espectáculo «Zambra», que en ese momento era la producción más importante y reconocida de la música popular.

El camino de Manuel Morao continuó avanzando, con incursiones en grabaciones discográficas y en el mundo del cine. En 1951, participó en la película «La Niña de la Venta» junto a Lola Flores y Manolo Caracol, lo que marcó otro hito en su carrera artística.

La época dorada

Las giras internacionales llegan al integrarse en la compañía de Antonio el Bailarín. Visitan Europa y Oriente próximo en 1953, y América Latina al año siguiente. Estados Unidos en 1955.

Entre medias, graba discos con los más grandes y populares cantaores del momento (y de la historia): Antonio Mairena, la Paquera de Jerez o Fernando Terremoto. Participa en las grabaciones de la “Antología del Cante Flamenco y del Cante Gitano». 

En 1964 vuelve a Jerez después de una gira mundial que recorre el planeta (de nueva York a Tokio) con el ballet de Antonio con el que volverá en 1970 con una compañía de carácter público: el Ballet Nacional. Con este participa en los exitosos “Festivales de España”.

El discurso de Manuel no ha cambiado con los años: “Hay que ser auténtico”. Y eso se consigue conociendo las raíces, sin perderlas de vista. Por eso está especialmente orgulloso de la saga que lleva el nombre de los Morao por el mundo. 

El legado de Manuel Morao

Este grande del arte diseñó y creó una escuela única para el acompañamiento de cante y baile ampliamente referenciado por el mundo flamenco, pero menos visible para el espectador de a pie. El impacto de su estilo es reconocible en el flamenco de hoy.

En el documental “El cante bueno duele” producido en los Países Bajos, Manuel charla con su sobrino Moraito Chico. El patriarca de los Morao dice que el sonido característico de la familia “ha sido robado” por el común de los flamencos. El añorado Moraito Chico matiza las palabras de su tío: “Bueno, nos lo han tomado prestado”.

Pudiera ser que a nivel mundial, nueve de cada diez guitarristas de cualquier género en los últimos cuarenta años, quisieran ser como Paco de Lucía, pero el cien por cien de los guitarristas flamencos desearían tener el ritmo y el toque de los Morao. Ahí es donde radica la importancia y la vigencia de Manuel Morao.