Son solo 5 los cantaores que han sido merecedores de esta Llave de Oro. Pero ninguno de estos nombres se ha salvado de feas acusaciones. Quizá, la llave actual, la del gran Fosforito sea la única que ponga de acuerdo a todo aficionado. Y tomemos nota: ya se están moviendo a candidatos, vivos y muertos, para la siguiente llave con mucho debate encendido.
Ni se sabe quién la creó, ni su concesión ha estado exenta de polémicas. Pero la Llave de Oro del Cante, a pesar de tener solo 5 premiados con ella, es el Nobel del flamenco.
Parece que fue el general Sánchez Mira el que entregó la primera Llave de Oro del Cante a Tomás El Nitri en 1868. Otra línea de investigación afirma que fueron unos fans de El Nitri, en una juerga flamenca, los que se la darían haciendo a modo de broma.
Más dudas. Tampoco se conoce en qué localidad andaluza sucedió esta entrega de la llave. Estudios de flamencólogos como Gonzalo Rojo aseguran que fue en Málaga.
El Nitri era el cantaor gitano de la época de los cafés cantantes. Se llevaba fatal con Silverio Franconetti, otro grande pero payo. Flamenco gitano vs. flamenco payo es un clásico enfrentamiento entre algunos sectores del flamenco. Cuando el Nitri fue proclamado el «rey de los cantes», estaba claro que la jondura ortodoxa había ganado la partida.
La segunda llave y la sombra de sospecha
Hasta que El Nitri no falleciera, no podía haber otro rey del cante. La Llave de Oro no tendría la misma relevancia si la tuviesen varios cantaores.
Sin embargo, a su muerte (en 1877), ese título pareció quedarse en el olvido.
El dueño del Teatro Pavón de Madrid había creado un premio al cante, la Copa Pavón, que se estrenó en 1925. Esta copa quería aprovechar el éxito del Concurso de 1922 de Falla y Lorca. El Niño de Escacena, Pepe Marchena, el Cojo de Málaga, El Mochuelo, y Manuel Vallejo compitieron por el galardón. Ganó este último. El presidente del jurado era Antonio Chacón.
El lío se armó con la Copa en el 26. Ganó un maestro de la saeta, Manuel Centeno. Esta decisión no gustó ni al público ni al presidente del jurado, nuevamente Antonio Chacón. No porque Centeno cantara mal, al contrario… Si no porque se volvió a presentar Vallejo y la gente quería que volviese a llevarse esa copa.
Esta vez, Antonio Chacón montó toda una campaña a favor de Manuel Vallejo. ¿Qué premio podía ser más que el del Teatro Pavón? Pues uno de un grande como el Nitri: Chacón y sus muchos seguidores sacaron esa Llave de Oro del Cante del olvido para dársela a Manuel Vallejo en 1926.
Se la entregó el mismísimo Manuel Torre, uno de los genios del cante. Por su arte excepcional, Torre podría haber sido un mejor candidato para ese trofeo, aseguran muchos expertos. La Copa Pavón no se volvió a celebrar.
Tercera Llave de Oro del Cante y el posible «tongo»
La tercera llave también dio, y sigue dando, mucho que hablar. ¿Por qué?
En los 50, los tablaos dejaron de lado a los cafés cantantes. El flamenco se puso de moda en radios y locales con un estilo más popular. Como respuesta a ese arte aflamencado y no puro, siguiendo el espíritu del concurso del 22, se crea el Concurso Nacional de Cante Jondo en Córdoba, el que sería luego el Concurso Nacional de Arte Flamenco.
Por tanto, ese concurso tenía el propósito de rescatar la pureza perdida, el primitivismo del viejo cante jondo. Ricardo Molina y Anselmo González Climent, poetas y amantes de flamenco, impulsaron este festival con el apoyo del Ayuntamiento de Córdoba. La primera edición fue en el 55.
En la segunda edición del concurso (1959), el triunfador absoluto fue Fosforito, que obtuvo el primer premio en las cuatro secciones del certamen: seguiriyas, soleares, malagueñas y fandangos. En la tercera edición, en 1962, participaron Juan Varea, Antonio Fernández Díaz Fosforito, Antonio Núñez Montoya Chocolate, Platerito de Alcalá y Antonio Mairena.
Y fue en ese tercer concurso cuando a la organización, animada por Ricardo Molina, se le ocurrió rescatar la Llave de Oro. Se la concedieron a Antonio Mairena, lo que impulsó definitivamente su figura frente a su «enemigo» artístico que ya estaba de retirada, Manolo Caracol. Por cierto, un gesto del ámbito flamenco que apoyaba un arte más ortodoxo y, de paso, el mairenismo. Algo que tenía mucho sentido si uno se acuerda de por qué se fundó este concurso.
Sin embargo, varias circunstancias pusieron en duda que no estuviera más que apalabrado el nombre de Mairena. Una, que en ese concurso faltaban figuras como La Niña de los Peines, a la que le hicieron una «jugada» para que no apareciera por Córdoba durante el evento (lo cuentan muy bien aquí).
Otra, que Mairena no estaba todavía a la altura de otros que artistas que se presentaron, como el mismo Fosforito. Y otra más, que ya Ricardo Molina había dejado caer en conversaciones y cartas que Mairena iba a ganar… Así lo asegura el propio certamen.
Eso sí: se mereciera o no ser nombrado el más grande en 1962, con Mairena, la Llave de Oro del Cante cobró altura y relevancia.
Francisco Valdecillos, ese gran flamencólogo y primer asesor de la Junta en cuestiones de flamenco que nos dejó en 1990, explica lo que supuso para Mairena esa segunda Llave de Oro del Cante:
«Antonio sabía muchas cosas del Nitri y claro, ganar la llave de oro que había poseído el Nitri -aunque la del Nitri no era de oro sino de hierro- indudablemente era un motivo de alegría», explicaba de ese galardón entregado justo 100 años después de la primera llave. Porque Mairena admiraba al Nitri.
Manuel Cepero Molina, de la Fundación Machado, escribió: «No es descabellado decir, a mi modesto entender, que la llave de oro, la verdadera Llave del Cante, es la que se da en Córdoba. Porque es Córdoba y es Antonio Mairena quien le da a la llave el sentido verdadero que tiene, o que ha tenido, o que, de alguna manera, debería tener hoy en día».
Existe una llave prevista al toque, y se comentó que se la darían a Manolo Sanlúcar. De momento, nada de nada. Al baile sí hay reina, Matilde Coral, que la ostenta desde 1972, por ser, sin duda, maestra y referente.
La Junta de Andalucía coge las riendas
Con tanto lío en estas llaves, y dada la relevancia que tomó este premio con Mairena, la Junta de Andalucía se hace cargo en 1984 de todos los aspectos de su entrega. Nombra una comisión de expertos y toma su primera decisión: en el 2001, entrega el reinado del cante a Camarón de la Isla en el aniversario de su muerte:
«Al concederle la Llave de Oro del Cante, a título póstumo, a José Monge Cruz, se valora la vitalidad de su legado y su aportación al conjunto de la obra de toda una generación de flamencos, y se tiene en cuenta que dicho galardón ha sido concedido a lo largo de la historia, con ésta, cuatro veces, y cada una por razón distinta, a artistas que en el momento de su recepción abrían caminos al flamenco de distintas formas». Texto del Boletín Oficial de la Junta de Andalucía.
De nuevo, polémica. Artistas y aficionados debatían si este nombramiento de manera póstuma tenía sentido. De todas maneras, se firmó un manifiesto de apoyo por más de 5.000 artistas. Los puristas que no veían clara esta decisión no tuvieron otra opción que asumirla.
La quinta, la de Fosforito, la más unánime
Un poco tarde (desde aquel concurso del 56…), diría Fosforito, pero le dieron su merecida llave. La petición oficial fue de la Diputación Provincial de Málaga. Fue en el 2005.
Pocos niegan que se lo merezca, no solo por su estilo, su jondura y voz, sino por esa labor de rescatar cantes olvidados. Su llave se puede ver en su casa-museo.
La Llave de Oro del Cante no puede ostentarla más que una persona. Como ya hemos escrito en este post, no tendría sentido que fueran varios los «reyes» o «reinas» flamencos del momento. Algunas peticiones de que se entregue a La Niña de los Peines, a Manolo Caracol o a Chocolate tendrá que esperar (y ojalá que mucho…).
Igual que la solicitud apoyada por expertos del flamenco y artistas de todo tipo, como Carmen Linares, Miguel Ríos, Arcángel o Amparanoia, para que sea de Enrique Morente. Y lo mismo que la del Ayuntamiento de Utrera, que va a oficializar su apuesta por Bernarda y Fernanda de Utrera.