Paco de Lucía: Dios del flamenco

Paco de Lucía, el menor de cinco hermanos, tocó las cuerdas de una guitarra por primera vez a los seis años. Su padre, Antonio Sánchez Pecino, era guitarrista, conocido en la zona del Campo de Gibraltar como «El Gitano Rubio». Esta figura paterna será fundamental en el desarrollo como artista de aquel niño y en su camino profesional. Ramón, su hermano mayor, que también se dedicada al toque, fue otro de sus profesores.

Su madre, Luzía Gomes Gonçalves, era esa mamá protectora a la que Paco le dedicaría un disco y a la que siempre se refería con devoción y amor. De ella, de ser en la calle «el de Lucía», cogería ese apellido por el que conocemos a Francisco Sánchez Gómez, su nombre real. «Éramos una familia unida con un padre maravilloso y una madre buenísima», contaba el artista.   

De la obligación a la pasión

Con nueve años, y debido a las dificultades económicas de la familia, Paco tuvo que sacar rédito a su talento a la guitarra. Estudiaba la técnica horas y horas sin salir de casa. Las clases en la escuela se habían acabado. «A veces pienso que, de no haber nacido en la casa de mi padre, ahora sería un don nadie», confesaría años después el maestro.

La familia al completo se dedicaba a ganarse la vida con el flamenco, ya fuera cantando (como su hermana) o tocando (como él mismo). De Lucía actuó por primera vez en el cine Terraza de Algeciras a finales de 1959 junto con su hermano Pepe, con el que formaría un dúo llamado Los Chiquitos de Algeciras.

Traslado a Madrid

Buscando una mejor vida y quizá el éxito de alguno de sus hijos –pues el padre de Paco confiaba mucho en la suerte del artista flamenco-, se trasladan a Madrid. Paco tenía 15 años.

En la capital española, trabajó en la compañía de José Greco, con quien estuvo meses por toda América. Conoció a Sabicas, quien le animó a abandonar la escuela del Niño Ricardo para iniciar su propio camino. Tanto Niño Ricardo como Sabicas fueron fuente de inspiración para Paco de Lucía a lo largo de su obra.

En 1964, grabó su primer disco como solista con el nombre de Paco de Lucía, aunque todavía lo compaginaba con el de Paco de Algeciras. También graba con Ricardo Modrego y, como resultado de su fama de talentoso, comenzó a acompañar a cantaores importantes de la escena del momento, como Fosforito o El Lebrijano.

En 1967, publica La fabulosa guitarra de Paco de Lucía, su primer gran éxito. Aún se notan las influencias del Niño Ricardo, ya se vislumbran destellos de su personalidad. En 1969, llegaría al mundo Fantasía Flamenca, el disco que deja ver claramente su estilo. Paco tenía 22 años.

Cuatro años más tarde, lanza el disco Fuente y Caudal y en él se encuentra Entre dos aguas, una rumba que el artista compuso «de relleno» y que se convertiría en uno de sus mayores éxitos de por vida. Se editó como single y vendió más de 300.00 copias en 1974. Este tema se considera una obra maestra (a pesar de que la rumba no era el palo mejor considerado por los aficionados), introduciendo bongoes y bajo eléctrico por primera vez en el flamenco. La carrera de Paco estaba en su momento cumbre. 

El guitarrista flamenco y el jazz

En esa búsqueda incansable del genio de Algeciras por evolucionar el arte flamenco, Paco realizó varias inmersiones en el jazz. Por ejemplo, en 1967, grabó con el saxofonista Pedro Iturralde Flamenco Jazz. 

Pero serán los 80 la etapa clave en esta fusión de los dos géneros en sus composiciones e interpretaciones y que tanto aportará a la evolución del primero. Justo en 1980, forma su célebre sexteto, con el que girará durante años por todo el mundo. Una formación inédita para el flamenco en esos tiempos. El grupo eran dos guitarras: la suya y la de su hermano, Ramón de Algeciras; al cante, otro hermano y genio, Pepe de Lucía; en la flauta y saxo, Jorge Pardo; el bajo eléctrico era de Carles Benavent; y, en la percusión, Rubem Dantas.

También actúa junto a otros guitarristas de jazz, como John McLaughlin, Larry Coryell y Al Di Meola, con quienes realiza giras internacionales de gran éxito y graba tres discos.

Porque ese interés por el jazz era fruto de su amor por el flamenco y su objetivo de darle un lugar merecido en la música. El estilo más puro del flamenco no lo dejó de lado en ningún momento, y hasta 2014, con su último disco terminado por él en el mercado antes de morir, Canción Andaluza, se consagró como el mejor guitarrista flamenco, perfecto, el más virtuoso. 

Momentos estelares de su importancia en el género fueron el año 1975 –primera vez que un guitarrista flamenco se sube al escenario del Teatro Real de Madrid- y el año 1991, cuando graba el Concierto de Aranjuez con su estilo personalísimo y se convierte en una de las mejores interpretaciones de la obra de Joaquín Rodrigo. 

En 2004, el genio recibía el Príncipe de Asturias de las Artes y, en 2010, fue investido Doctor Honoris Causa del Berklee College of Music de Boston, la escuela de música más prestigiosa e importante del mundo. Dos galardones que representaron mucho para la consideración del flamenco.

Una leyenda para siempre

Paco de Lucía fallece en México a los 66 años tras un ingreso hospitalario por sentirse mal. En este país, en Playa del Carmen, una pequeña ciudad caribeña en el estado de Quintana Roo, pasaba meses de descanso y tranquilidad. El gobierno español acuerda concederle la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo a título póstumo. Con su muerte, nace la leyenda. 

Porque su relevancia en el flamenco es indiscutible y es el legado que le hará inmortal para siempre. La posición de la guitarra, la inclusión de instrumentos inéditos en el flamenco (desde el bajo eléctrico a los bongoes o la flauta) o la importación a España en los setenta del cajón peruano (el que después sería el cajón flamenco) son hoy algunos hitos de su carrera y ejemplo de su legado. 

Dotó al flamenco de una nueva estética y armonía. Como siempre explicó, “con una mano agarrado a la tradición y con la otra rascando, buscando”, forzó los límites armónicos y expresivos del flamenco tradicional, sin salirse nunca de ellos, de su estructura y forma, para proveerlo de un universo armónico, creativo e interpretativo innovador, más rico y complejo. Se atrevió a cambiar el flamenco, desde dentro, y a combinarlo con otras músicas.

Además, se empeñó y preocupó, desde muy joven, y como no dejaría nunca de hacer durante toda su carrera, por abrir las puertas al flamenco y conseguir su reconocimiento musical. Lo hizo primero sacándolo de los tablaos, territorio hasta entonces casi único de esta música, para llevarlo a los grandes recintos y a los auditorios. Despues, o paralelamente, exportándolo a todo el mundo.