Hay más de 200 festivales flamencos solo en España y cerca de 60 en el resto del mundo. A ellos se unen esos festivales que integran el flamenco como parte de una oferta más amplia. Y es que, desde los años 50, no han parado de sumarse más y más concursos y recitales.
Para muchos flamencólogos, el Concurso de Granada de 1922 (el promovido por Lorca y Falla) serí el origen de los festivales flamencos escarbando en la historia española.
Tal acontecimiento tiene en común con los que luego aparecerían oficialmente como festivales el objetivo de difundir el arte flamenco, de acercarlo al público. El de 1922, además, ya era un concurso, formato reproducido en la mayoría de festivales actuales.
Mencionado este primer «festival», son el celebrado en Utrera, en 1955, y el de Córdoba, en 1956, los que ostentan el título de ser los primeros. En este Primer Concurso Nacional de Arte Flamenco cordobés, ganaría Antonio Fernández Díaz Fosforito. Llegarían, a continuación, el del Cante de Las Minas (1961) y el de Linares (1963).
Cortos… pero intensos
Más cortos, a veces de un solo día o una sola noche, los recitales de mediados del siglo XX ya apuntaban maneras de festival y no dejaban de aparece aquí y allá. En Sevilla, en 1954, una reunión con motivo de una fiesta de Manuel Bermudo, Pérez Suárez, José Muñoz Orellana y Joaquín Romero Murube, derivaría en la organización de los recitales de Triana, la Trinidad, el de la calle Arrayán y el del Patio de Banderas en Sevilla. De ellos surgió la Paquera de Jerez.
De 1963 es el organizado por el cantaor Antonio Mairena, y celebrado en su ciudad natal, Mairena del Alcor. Los ingresos que se recaudaron se usaron para atender las necesidades de la Hermandad Sacramental y de Nuestro Señor San Bartolomé. El festival de cante Antonio Mairena se repitió al año siguiente y el Ayuntamiento lo terminó financiando. No era algo excepcional. Generalmente, estos eventos se valían del apoyo financiero de las administraciones locales y las peñas.
Origen de los festivales flamencos a lo grande
En 1980, la Bienal de Sevilla hace apto de presencia con unas dimensiones en tiempo de duración y en participación que no se habían visto hasta el momento. Sería el pistoletazo de salida para los macrofestivales. El de Lo Ferro también es de 1980; el de Jerez, de 1997; el de Málaga, de 2005.
Las reglas del juego cambian. Se manejan más de un millón de euros en sus presupuestos, lo que ha obligado a buscar patrocinadores y otras fórmulas de financiación adicionales a las subvenciones.
Y con ese cambio, aparece un cansancio festivalero que hace que muchos eventos lleguen a su fin. Como se explica en la Historia del Flamenco y recoge en un ensayo Juan Simón Lozano, sobre los años 90, la mayoría de estos certámenes se convirtieron en aburridos, poco didácticos y deficitarios en su organización y gestión. Los que sobrevivieron a esa etapa, saldrían claramente reforzados.
Luis El Zambo en el Festival de Jerez
Este gitano de Jerez es un cantaor en extinción, el último eslabón del cante primitivo capaz de poner patas arriba cualquier festival. Este trailer es solo un buen aperitivo del espectáculo que podrás disfrutar haciendo clic.