Gran maestro de bailaores, Fernando Belmonte ha fallecido a los 81 años en Jerez. Su legado es toda una suerte de grandes bailaores flamencos como Joaquín Grilo, Antonio El Pipa o Andrés Peña.
Nació en Jerez en 1942, en una casa llena de arte toreo, cuna de una de las mayores dinastías de la tauromaquia. Así que lo de bailar no era una opción para Fernando Belmonte. El apoyo de su madre, su gran talento y un poco de suerte (con 16 años entró en la compañía de Antonio El Bailarín) le llevaron a mostrar todo su arte por el mundo.
“Mi madre me apoyaba y, gracias a Antonio Gallardo, me fui a Madrid con La Paquera. A partir de ahí surgió todo. Cuando mis hermanos se enteraron, aparecieron por Madrid y era justo un día antes de hacer una audición con Antonio El Bailarín. Cuando supieron que iba a entrar en su compañía, con la personalidad que tenía Antonio, se callaron y todo siguió adelante”, contaba en una entrevista a Diario de Jerez.
Fernando Belmonte deja escuela
Belmonte formaría pareja escénica con María Rosa durante cuatro años hasta que, finalmente, decidió priorizar la enseñanza. Montó una escuela de danza en su tierra que gozó de un impecable prestigio. Con los alumnos más brillantes, en los 80, crearía un ballet infantil con el nombre de su barrio natal, Albarizuela. Esta etapa fue muy mediática y televisiva, finalizando a principios de los 90.
Su academia y Albarizuela fueron la escuela y el trampolín de grandes bailaores, como Joaquín Grilo, uno de sus alumnos más aventajado, como él siempre explicaba, y Andrés Peña, Antonio El Pipa, Sara Baras…
El año 2010 supuso su reencuentro con el escenario dentro del marco del Festival de Jerez. Llevaba 30 años fuera de los focos, dedicándose prácticamente solo a la docencia. Fue todo un éxito y el público le entregó su primer premio por su espectáculo, Reencuentro. Fernando repasaba en él su vida, para lo que contó con la presencia de algunos de sus antiguos alumnos (el propio Grilo, por ejemplo). Ese mismo año también recibió la Copa Jerez a la enseñanza.
Hace cuatro meses, en marzo, y nuevo en el Festival de Jerez, le fue entregada una placa de homenaje a su legado. En ella se leía: “Por una vida dedicada al arte de la danza y el flamenco que ha sabido transmitir siempre con amor y elegancia”.