Fue una estrella de la rumba catalana. Bambino es el protagonista de una nueva serie de RTVE y, con él y su fatídico destino, se vuelven a mirar a esos artistas flamencos olvidados que hicieron mucho pero obtuvieron muy poco.
De él, y de otros flamencos olvidados a pesar de su relevancia, hablamos en este post.
Bambino: rey de la rumba-pop
Este utrerano llamado Miguel Vargas dio en el clavo cuando, en 1961, versionó un tema llamado «Bambino Picolino» de Renato Carosone. Y su fama fue inmediata.
La aportación de Bambino fue el adaptar a la fiesta flamenca la canción italiana, pero también rancheras o boleros, que sonaban en él por bulerías o rumba. Bongos y guitarra eran sus acompañamientos y acercaron el flamenco a nuevos públicos.
Los 60 y parte de los 70 fueron suyos en los tablaos y en los estantes de la música que se vendía en las gasolineras españolas. Un día, en una actuación en Rota se quedó sin voz.
Siguió cantando, pero ya solo en privado. Murió de un cáncer de garganta a los 59 años (en 1999).
La Campanera: profesora de baile
Se llamaba Amparo Álvarez y le llamaban La Campanera. Nació, nada menos, que en La Giralda de Sevilla. Fue en 1928.
De ella dice Manuel Bohórquez que fue “la primera profesora profesional que tuvo el baile de Sevilla “. Fue clave en el desarrollo de la escuela bolera sevillana y de la formación de artistas a través de su academia Aurora. Por ejemplo, de José Otero Aranda o Ángel Pericet Carmona. De su labor académica deben mucho los cafés cantantes y, de su creatividad al actuar, la escuela sevillana de bailaores. Murió de tuberculosis con 67 años en Huelva.
La Niña del Columpio: la “otra” Niña de los Peines
Fue la única cantaora y bailaora que pudo suponer cierta competencia a la más grande, Pastora Pavón, la Niña de los Peines. Se llamaba Inés (Cádiz, 1892), era gaditana y dicen que cantaba aún mejor las bamberas (estilo flamenco basado en un juego infantil) que la propia Pastora. Cuando su hijo fue fusilado en la Guerra Civil, enfermó de pena. Falleció en 1956 en su tierra natal.
La Perrata: voz de Utrera
María Fernández Granados (1922-2005), cantaora de Utrera más conocida como La Perrata. recogió todo el legado flamenco de Utrera y Lebrija. Lo tenía en su sangre. Estaba emparentada con casi toda la gitanería flamenca de la comarca de Utrera y Lebrija, nombres como Perrate, Fernanda y Bernarda de Utrera, Pedro Bacán, Pedro Peña, Inés Bacán, Gaspar de Utrera, Turronero o Dorantes son algunos de sus lazos familiares y ecos que suenan en su voz, pues escuchando a La Perrata se observa que en su voz suena algo de todos ellos.
Se casó muy joven con Bernardo Peña Vargas, que la alejó de la profesión, aunque se le podía escuchar en reuniones familiares. Sin embargo, a ella se debe mucho de esa unión del cante de Utrera y el cante de Lebrija.
El Sernita: padre del flamenco actual
José Manuel Gamboa, experto flamenco, escribió un libro precioso llamado “Sernita de Jerez ¡Vamos a acordarnos!” que explica la importancia para el flamenco de este cantaor jerezano de casta gitana, familia de artistas y talento natural.
Sernita se llamaba Manuel Fernández Moreno (1921-1971) y de él dice Gamboa que es “el padre del flamenco contemporáneo”. Fue importante como cantaor para el baile, lo que le permitió trabajar con Antonio El Bailarín, entre otros. Murió enfermo y sin reconocimiento a su aportación porque decían en la época que sonaba a gachó.