A los esclavos llevados a Sudamérica durante la colonización española no les dejaban tocar su típico tambor para las celebraciones, así que se «inventaron» uno más disimulado con las cajas de madera con la que se transportaban las verduras. Comenzaba la historia del cajón flamenco.
Aquellas cajas de verduras de los esclavos en el s. XVII acabaron convertidas en un instrumento en toda regla para la población peruana al que llamaron cajón. Y ese cajón fue el que, durante un viaje de Paco de Lucía al país en 1977, encandiló al artista. En una fiesta en la embajada española en Perú, actuaba una famosa cantante local, Chabuca Granda. Sus músicos llevaban un cajón y De Lucía escuchó asombrado su sonido, que le recordaba al zapateado de un bailaor flamenco. Lo vio claramente: era la percusión ideal para el flamenco.
Así que se lo trajo a España y lo comenzó a utilizar como acompañamiento a su guitarra. El primer espectáculo de flamenco con cajón lo ofreció el mismo Paco de Lucía en el teatro del Parque de Atracciones (Madrid). En 1981, el cajón flamenco aparecería en el disco del maestro algecireño Solo quiero caminar, tocado con maestría por Rubem Dantas.
Evolución del cajón flamenco
El cajón se tocaba, inicialmente, de forma horizontal, con el percusionista sentado en una silla. Pero en el ámbito del flamenco, comenzó a golpearse desde una perspectiva vertical. El cajonero pasó a colocarse encima sacando del instrumento nuevos timbres.
Realmente, el cajón flamenco ha sido fruto de múltiples «experimentos» tanto en la posición para tocarlo como en la implementación de otros elementos. Lo más evidente en su desarrollo han sido el añadido de dos cuerdas de guitarra en el orificio, el que se toque con batutas o cepillos (o bordones de tambor, cascabeles…) y la modificación en la forma de fijar la tapa a la caja.
Destacable es la evolución del cajón flamenco bajo las manos de Antonio Carmona. Paco de Lucía dijo de este miembro de Ketama que era «el mejor”. Antonio no solo adaptó patrones básicos del flamenco a este instrumento, sino que consiguió cambiar la acentuación.
El otro cajón, el del Perú, seguiría un camino más cercano a las raíces. Por ellos, en 2001, ese instrumento de origen humilde fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
El cajón peruano original ofrece un sonido seco, mientras que el cajón flamenco, tras las distintas evoluciones, proporciona un timbre más agudo y metálico.
El cajón flamenco de la imagen es una maravilla artesanal, modelo Taranto, de Cajones Al-Andalus. Está elaborado en abedul y diseñado para una percusión suave.