El 13 y 14 de junio de 1922, un concurso al estilo de un festival de música, con sus categorías y sus premios económicos, dio la vuelta al mundo del flamenco y corrigió su previsible camino al ostracismo.
Buena la lio nuestro poeta más jondo, Federico García Lorca, cuando en 1922 organizó el Concurso del Cante Jondo en Granada junto a Manuel de Falla e Ignacio de Zuloaga. ´Solo hicieron falta dos días para cambiar el destino del flamenco.
Porque ese era, al fin y al cabo, el objetivo de Falla y Lorca, y también de otros muchos intelectuales y artistas que estaban viviendo con horror la deriva del arte andaluz con la proliferación de los cafés cantantes. Sacar el flamenco de la oscuridad y darle la luz que se merecía fue el resultado de aquel certamen.
Cómo se gestó el concurso en 1922
El Festival Internacional de Música y Danza de Granada acaba de bajar el telón en este mes de julio de 2023 tras un éxito de convocatoria y grandes figuras sobre el escenario. Desde la edición de 2021, viene dando un carácter especial a los eventos del certamen para celebrar los 100 años de aquel Concurso del Cante Jondo. Al fin y al cabo, tienen mucho en común.
Aquel acontecimiento de 1922 surgió por un disgusto entre los intelectuales de todo tipo que se reunían en el café Alameda al estilo de las primeras peñas flamencas. Manuel de Falla lideraba la propuesta de organizar un gran evento que pusiera al flamenco en el centro de atención. A su lado, García Lorca. Falla movilizó. además, a Andrés Segovia, Joaquín Turina, Ravel, Stravinski, López de Ayala o Juan Ramón Jiménez.
Era tal la magnitud de los implicados, que el Ayuntamiento de Granada les dio permiso y añadió un poco de apoyo para preparar el concurso. El mundo del flamenco (casi todo…) estaba emocionado. Al festival se unirían estrellas del momento, como Antonio Chacón, La Macarrona o La Niña de los Peines.
8.500 pesetas en premios
Bueno, en realidad, varios premios de distintas cantidades, siendo el de 1.000 pesetas el mayor. Los recitales se celebraron un 14 y 15 de junio en el marco de La Alhambra, en la Plaza de los Aljibes, aunque ese no era el sitio previsto. El premio Zuloaga de 1.000 pesetas fuera para El Tenazas; otro de igual cuantía a Caracol; tres de 500 a Carmen Salinas, a Frasquito Yerbabuena y a José Soler. El de 300, a Gazpacha, y, de 125, para las niñas Concha Sierra y La Goyita. El premio de guitarra de 500 pesetas, a José Cuéllar; de 250, al Niño de Huelva.
Fue todo un éxito. Una reivindicación del primitivo cante andaluz y la primera muestra de atención que recibió el flamenco por parte de la intelectualidad. Un punto de partida para realizar una profunda labor de rescate, conservación y difusión de este arte. Generó una extraordinaria proyección internacional, sobre todo, en París, epicentro musical de la época.
Cierto es que algunas normas que impuso Falla no fueron del todo comprendidas, y que tampoco quedó muy claro qué se hizo con el dinero ganado con las entradas, pero son «pequeños matices» para un resultado tan fundamental. Federico, el poeta granadino, dejaría un regalo impagable, adelantando algunos versos del que sería su Poema del Cante Jondo.