En 1993, el escenario del Cante de las Minas conoció a Miguel Poveda, le entregó la Lámpara Minera al cantaor más completo y marcó su vida para siempre. Treinta años después, el artista recibe otro premio, la Medalla de Oro de La Unión, en una vuelta a casa llena de afecto.
Parece que fue ayer cuando un cantaor de 20 años llamado Miguel Poveda ganaba la Lámpara Minera del Festival del Cante de las Minas. Desde ese momento, su carrera no hizo más que atesorar escenarios y experiencias profesionales que lo encumbraron como uno de los máximos representantes del flamenco.
Por eso, cuando vuelve a pisar el festival 30 años después, Poveda no pudo más que emocionarse. Ha sido dos días antes de que el certamen acabe y haya otra Lámpara Minera que, además, entregará él mismo. Un día en que también le han concedido la Medalla de Oro Ciudad de La Unión.
En el acto de entrega de este reconocimiento, Miguel Poveda intentó verbalizar todo lo que tenía “en el corazón”, porque son “30 años acumulando recuerdos y emociones”. Así que, entre lágrima y lágrima, mostró su gratitud a La Unión.
Un acto lleno de sorpresas
“Si hace 30 años me cuentan esto, ni me lo creo, porque ni siquiera me creía lo que me estaba pasando cuando llegué aquí”, confesó el cantaor.
El homenaje a Poveda estaba cargado de sorpresas. La primera fue ver al cantaor Arcángel, acompañado al toque por Pablo Barrionuevo. Le recibieron al cante. La segunda fue recibir bonitas palabras en un vídeo de Pedro Almodóvar, Blanca del Rey, Eva la Yerbabuena, Luis El Zambo, Soleá Morente, Cristina Hoyos, entre muchos otros. Finalmente, la emoción estaba a flor de piel cuando recibió una foto que no tenía de su paso por el festival, con esa camisa que le dejaron para poder actuar aquel verano del 93.
La historia de aquel Miguel Poveda cuando ganó el concurso
Mientras recibió esos detalles, recordó aquel tren en el que aprendió los cantes mineros con indicaciones de Juan Ramón Caro, que le animó a participar en el concurso. “Muchos de los cantes no los conocía en profundidad para presentarme». Pero empezó a estudiar “climas y salidas” de estos cantes en el trayecto. Unas cintas de cassette que le envió Pencho Cros, hablándole y enseñándole en cante, le ayudaron. No podía imaginarse que sería vencedor y que comenzaría aquí su carrera.
Le llamó su madre desde Badalona al día siguiente de ganar para decirle que “el teléfono no paraba de sonar”, y que le habían llamado para una película. “Todo parecía una fantasía”.
Después vino el compartir carteles con los grandes cantaores del flamenco, lo que le hizo que siguiera estudiando: “Siempre he creído que la cultura y el arte me iban a hacer crecer, y tenía que dejar el flamenco en buen lugar y aportar mi granito de arena”, ha contado Poveda.
“Puedo decir con convicción que ya me podría morir mañana tranquilo, porque me iría lleno de amor de estos 30 años de profesión, porque yo nací en La Unión artísticamente”.
¡Qué momento!
El homenaje acabó con un flashback, porque en el escenario, de forma improvisada, volvieron a reunirse Miguel Poveda y Juan Ramón Caro, que le acompañó al toque en el 93, para interpretar una minera de Pencho Cros ante un salón de actos abarrotado que se puso en pie y se rindió, una vez más, a su arte, su corazón y su cercanía.