En Venero, la bailaora Águeda Saavedra tiene la oportunidad de exhibir, junto a su técnica impecable, la amplitud de su baile enérgico y apasionado, que combina elementos tanto femeninos como masculinos. Asimismo, demuestra su habilidad para transitar desde la luminosidad de las alegrías hasta el oscuro dramatismo de las seguiriyas.
En esta, su primera obra, la artista nacida en Nerja deseaba ir un paso más allá al plasmar en su baile las ilusiones de su infancia, las emociones de su juventud y las esperanzas de la mujer madura.
Para llevar a cabo este propósito, contó con la dirección escénica de Mercedes de Córdoba y la música precisa y brillante de Juan Campallo, que se adaptaba a cada una de las emociones. Además, el cante de Jesús Corbacho y Pepe de Pura, quienes no solo la acarician con sus voces, sino que también evocan la imagen de la niña inocente que lleva consigo.
Venero, indiscutiblemente, marca un significativo giro en la carrera de Águeda Saavedra, como un manantial que fluye alegremente, sin estar consciente de las profundidades que puede alcanzar.